martes, 25 de febrero de 2014

EL ESCRIBIENTE (2006)

  

E L   E S C R I B I E N T E
(un fragmento)

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NOTA DEL EDITOR

El escribiente no es un poemario, es la divulgación parcial del “informe para una academia” redactado en versos.

 Escrito en el transcurso de trece noches de insomnio y reclusión en el cuarto materno, este libro compila visiones caóticas de un pasado inmediato,que ordenadas permiten una revisión del borroso origen de un personaje signado por el secreto. Transitando los lugares ya vistos con una mirada sonámbula el escribiente ve el oculto entramado que une cada ámbito de su existencia, y así reinterpreta sus actos cotidianos como parte de una simbología personal. 
Resultado de tales tareas –anotar, fichar, tener en cuenta-
el informe es elevado a “la academia”, que en las asambleas de la noche, decide su regreso al día. Con la sola condición de no instruir a otros en el secreto, le es permitida la escritura, y lo que ella dice: actos de venganza
privada.

Es así como este volumen, autorizado para su distribución, circulará en forma comercial con el solo “pretexto” de llegar a manos de aquellos sobre los que se ha dictado la sentencia.

El insecto ha salido de su cuarto e informa de sus movimientos.


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EL ESCRIBIENTE

En el hinduismo existen cuatro castas: los sudras, los vaisya, los ksatriya y los brahmin; por debajo de ellos están los animales, el mundo vegetal y el mundo físico elemental. El mundo entero es una institución educativa y cada criatura está tratando de aprender una lección: desprenderse del ego, cancelar
el “yo”, no estar allí. La meta de la vida es haberse borrado a sí mismo, y su recompensa, no reencarnar. 

El hinduismo apela al “gurú” para ilustrar la relación con el ego y el ideal a conquistar, que llama “dharma”. En India la
palabra “gurú” significa “maestro”. Indica a alguien que pasa a ser el modelo.

Se supone que uno como discípulo se identificará con el maestro, hasta ser igual a él, y luego transmitirá en línea a otro ese mismo ideal. Cuando el mensaje se emite sin la contaminación de la individualidad, se alcanza la máxima virtud. Se llega a la perfección cuando uno ocupa su lugar como si no hubiese nadie allí.

Algo de dharma conlleva la tarea de un “escribiente”, también conocido como “amanuense”. Su labor consiste en redactar la voluntad del Juez -Doctor Wolf-, y plasmarla: tamaño oficio, times new roman 14, doble interlineado,doble sangría. Cada papel a primera hora, incorporado en el último de los cuerpos que componen el expediente que le fue asignado. Cada uno de los
cuerpos, formando una pila, ubicada en el borde externo derecho del escritorio,en la oficina de Su Señoría. Si el trabajo está bien hecho, el juez firma y el expediente vuelve a su casillero, con el despacho cosido por manos invisibles.

Cada renglón debe redactarse con fidelidad a las necesidades del Juez,de manera que no exista ningún tipo de huella personal. Por eso el Juez debe hacer correcciones iracundas con lápiz de capuchón rojo, múltiples signos de fustigación sobre la letra del escribiente: una, dos, tres, todas las veces que sea necesario.

El escribiente que escribe sin convencimiento alcanza la perfección de “no estar allí”. Su virtud es transmitir, palabra por palabra, el dictamen del Tribunal.

Pero un día 13, mientras zurcía una cédula de notificación, una aguja infecta inició la fiebre medular del escribiente, y así, en su hogar materno, en un cuarto chiquito y oscuro, contó 13 noches de insomnio, y en 13, el informe para una academia:


***

1. (parto)



sí, de medianoche succión y parto

¿pero quién fui antes?

arranco mi bozal

digo por primera vez la sed y la palabra

garganta precipicio digo “tengo sed”

y huyo de la casa poseído

persigo al lobo

una pira de ojos funerarios

sobre la pelambre ensangrentada



¿quiero demasiado?

todo… menos dormir

al arrullo del empedrado

el barrio exterminó cada viuda

cada familia eslovena

exterminó la mía

sobreviví a todos

y sobrevuelo

cortando el aire negro

terriblemente sólo



veo los techos planos




veo basurales

lomos de autos

una a una las luces de los postes

como cirios las apago

y por donde voy entrego sombra

ausculto a cada durmiente

a través de las paredes

(necesito entender más el silencio)

escondidos

hay engranajes

esto es el turno de la noche



cumplo instrucciones

mi mano acaricia el secreto florecido

lo invadí de súbito

húmedo y frágil

como un ángel

su himen

bajo mis yemas se desgaja:



se abre

es mío

se cierra




la beso



y otra vez vuelvo

a remover cada membrana:



cercos paredes camas sábanas piyamas

a tornar al inicio

donde alrededor todos dormían

sin dominio

alguien tiene que conducirlos hasta el jardín

enjuagarlos con el agua de los bautismos

con lo que yo sé los salvaría

dictaminaría un evangelio

esta noche puedo eso exactamente

y no quiero

tengo un motivo o tengo miedo

no hay diferencia

de pronto con caparazón y tan chiquito

me repliego…